La calidad y la seguridad de nuestros productos cosméticos constituyen un compromiso fundamental con nuestros consumidores, profesionales de la salud (médicos, dermatólogos) y profesionales de la industria de la belleza.
En concreto, la evaluación de la seguridad de nuestros productos se realiza en cuatro etapas. Empieza desde la concepción de la fórmula y continúa durante toda la comercialización del producto cosmético:
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Conocimiento profundo de las materias primas que componen nuestros productos cosméticos:
La evaluación de la seguridad de un producto empieza siempre por el conocimiento preciso de la composición de las materias primas utilizadas. El conocimiento exhaustivo de la materia prima (su calidad, origen, pero también si es alérgena, etc.) se obtiene gracias al conjunto de los datos científicos existentes y mediante análisis internos. Cada ingrediente tiene su propia “tarjeta de identificación”.
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Evaluación de la utilización de las materias primas en nuestros productos:
Esta etapa es esencial en la evaluación de la seguridad del producto. Consiste en ponderar el riesgo posible de cada materia prima (correspondiente a la etapa 1) mediante un conjunto de parámetros clave ligados a la exposición del cuerpo humano a estas materias primas, lo que permitirá utilizarla con total seguridad en el producto terminado.
Estos factores de ponderación integran primero la categoría del producto. De este modo, la exposición será diferente si se trata de productos con aclarado (como los champús) o sin aclarado después del uso (los cuidados para el rostro, por ejemplo), aplicados sobre todo el cuerpo (leche corporal) o bien sobre una pequeña parte del cuerpo (como las máscaras de pestañas). También incorporan la frecuencia de uso del producto y ciertas restricciones específicas ligadas a los consumidores (productos para niños o para pieles sensibles, por ejemplo).
Al final de esta etapa, se determina una concentración máxima que se puede utilizar con total seguridad de cada materia prima. Con el fin de disponer de un margen importante de seguridad para el consumidor, estas concentraciones en el producto cosmético terminado son siempre al menos 100 veces más bajas que la dosis máxima aplicable sin provocar efectos adversos. -
Una vigilancia continua de nuestros productos cosméticos tras su puesta en el mercado :
Efectuamos una vigilancia estricta de la seguridad de nuestros productos cosméticos desde su puesta a la venta, y esto por todo el mundo. Ello es posible gracias a nuestra red internacional de cosmetovigilancia. Recogemos y analizamos así los posibles efectos adversos tras el uso de nuestros productos, notificados por nuestros consumidores o por los profesionales de la salud. A modo de ejemplo, puede suceder que una persona desarrolle una alergia a un ingrediente seguro para el resto de la población. En caso de efectos no deseados, incluso muy benigno o en un número muy pequeño de personas, entonces podemos decidir ajustar la composición del producto, con el fin de garantizar a nuestros consumidores un uso de nuestros productos con total confianza.